Viajes

Road Trip Lago di Como


Salimos desde la localidad alicantina de Xabia con más de  1500 km por delante para llegar hasta el pueblo de montaña escogido de Esino Lario, en la región de Lombardía a 913 metros de altitud sobre el Lago di Como. Paramos 3 días en Avignon, gran ciudad papal ubicada en el hermoso río Ródano, nos alojamos concretamente en el  camping Pont de Avignon.

Dejo enlace ya que es muy recomendable por su cercanía a la ciudad:

https://www.aquadis-loisirs.com/camping-nature/camping-du-pont-d-avignon

Desde el mismo camping puedes ir a pie cruzando el puente o coger un barco-taxi gratuito cortesía del ayuntamiento. 

Desde el minuto uno que pisas Avignon, te sorprende la belleza de su majestuosos edificios, sus calles y sus plazas.


Al día siguiente, aprovechamos la cercanía con Pont du Gard, para visitarlo, a unos 20 km de Avignon, diría q es una visita obligada, sobre todo en verano, ya que te puedes bañar en el río Gardon y alquilar canoas para navegarlo. Es un acueducto precioso contruido en la época romana, imponente por su altura y el entorno natural en el que está construído. También hay un centro de interpretación antes de iniciar la ruta hacia el el acueducto, dónde encontrarás un museo, un cine, una sala de exposiciones y ludoteca interactiva para lo niños, recomiendo visitar todo esto antes para que te hagas una idea de por què se contruyó el acueducto justamente ahí. 

Dejo enlace del centro de interpretación:

https://www.pontdugard.fr/


Salimos temprano rumbo al destino final, nos esperan 680 km y cruzar la frontera franco italiana por el tunel de Frejus, y voilá bienvenuto in Italia! 

Cuesta llegar a Esino Lario, pero si te decides a elegir este hermoso pueblo de montaña, las vistas sobre el Lago di Como son impresionantes y habrá merecido la pena la zigzageante carretera para llegar a este pueblito de tan sólo 759 habitantes. Para alojamiento nos decidimos por Villa Simoneta de airbnb, pero también hay opciones muy interesantes como B&B Arco Iris o Albergue Rosa delli Alpi. 

Cuando estás en Esino Lario el tiempo se detiene, charlar con algún lugareño, recorrer sus calles en cuesta y dejarse embriagar por la belleza de este pueblo de alta montaña ubicado en las estribaciones de Los Alpes, concretamente en el grupo montañoso Grigna, ideal para los amantes del senderismo. Sólo camina con calma y contempla cómo el silencio se apodera del momento. Podría decir que el único sitio neurálgico por llamarlo de alguna manera de este lugar es en torno al bar-pizzería Oasi, que recomiendo encarecidamente sus pizzas de horno de leña.


El segundo día nos decidimos por Varenna, quizá la más hermosa de las villas entorno al lago, pintorescas callejuelas y coloridas casas que merece la pena ser visitada sin prisas recorriendo todos sus rincones, que te acabarán llevando al Paseo de los Enamorados. Podemos destarcar del casco histórico con sus cafés y pastelerias irresistibles, también puedes subir al castillo de Vezio por sus empinadas y empedradas calles o ir al puerto para coger un velero privado o tomar el barco que la une con las otros dos pueblos que compiten en belleza, Bellagio y Menaggio. 


Repetimos Varenna el tercer día porque el sol imponente de aquel día era perfecto para dedicar el día a las playas y darnos un baño en el lago. Comentar que hay un autobús de línea desde Esino Lario hasta Varenna, por si no te apetece conducir la tortuosa carretera de bajada. Nosotros lo cojimos y fue casi como una atración turística, pues va pitando constatemente en las curvas. En cuanto a las playas, son, pocas, pero puedes ir a la que hay justo detrás del Hotel Victoria, un poco concurrida y pequeña, o elegir una que está más apartada yendo a Perledo y que es de perros, sea cual sea tu elección, no dudes en tener el privilegio de bañarte en este lago y sentir ese agua dulce a la vez que ves pasar barcos, barquitas y veleros. 


Bellagio y Menaggio decidimos verlos cogiendo el barco-ferry el cuarto día, puedes sacar un billete circular para hacer paradada en uno, ver el otro y volver de nuevo a Varenna, ese día estaba nublado pero es igual de espectacular el paisaje. Igualmente recomiendo visitarlos con calma, pues son villas pequeñas y hay muchos horarios de barcos de regreso y los niños no pagan, dato importante.

  

No podemos terminar el viaje sin conocer Como, la capital de esta zona,nos queda un poco lejos pero en 1 hora 40 min yendo por la costa del lago y pasando varios túneles, llegamos a esta espectacular ciudad , apenas a escasos kilómetros de la frontera con Suiza. El coche nos lleva justo al parking para coger el funicular que te lleva a Brunate, dónde puedes apreciar el Monte Rossa y diversas cumbres alpinas y hacerte una idea de cómo se puede apreciar el final del lago justo en Como.

Recorrer Como a orillas del lago y dejarse impresionar por la estampa de  su catedral a lo lejos  es impresionante, callejear y encontrarse con la Porta Torre que te conduce a las callecitas con encanto del antiguo pueblo medieval. Destacar la Piazza San Fedele con sus coloridas casas de la época renacentista, y en pocos minutos, ahí la tienes, la Plaza del Duomo con catedral, que es el tercer templo más importante de Lomabardía y algo similar al duomo de Milán. 

Te recomiendo por último dar un paseo por el Lungo Lario Trento, una bonita y arbolada calle peatonal , con preciosas vistas. y antes de legar a ella verás el puerto, desde donde salen los barcos para ir a los pueblos que mencioné antes: Varenna, Bellagio y Menaggio. 

El último día de ese magnífico viaje, lo dedicamos a visitar por carretera algunos pueblos hacia el norte del lago, pasando Varenna, llegamos hasta Dervio y pasando algunas playas llegamos a un encantador pueblo medieval que no debes perderte: Corenno Plinio, bello desde el minuto que pisas sus calles empedradas y estrechas y subes escaleras construidas en las rocas, desde el castillo al lago, es todo una fortaleza y sientes cómo se ha detenido el tiempo en este mágico lugar, un lugar casi desconocido sin apenas habitantes, y por eso tan único e inolvidable.  

Esta ha sido nuestra ruta por el lago di Como, pero hay muchas que puedes hacer a tu aire y elegir otros caminos y pueblos seguramente tan encantadores como estos, todo dependerá del tiempo que dispongas y la idea de visita que lleves. 


Iniciamos nuestra ruta de vuelta a España, largo viaje pero con parada en Port la Nouvelle, ya Francia, a descansar en el caming del mismo nombre. Este es un sitio curioso por el canal de la Robine, clasificado como Patrimonio Mundial de la Unesco, una reserva marina y un pequeño puerto pesquero, además de una estación de ferrocarril que une Narbonne con Port Bou. Es muy pintoresco y fotografiable y además en verano suele haber conciertos en las calles, para nuestra suerte así fue la última noche y nos fuimos con un bonito y entrañable recuerdo de este lugar y sus gentes. 

Fin del viaje, welcome to Madrid. 

Espero que os haya gustado y haya servido de inspiración para otros viajeros incansables.


Escapada a Cazorla


Llegamos al hermoso pueblo de Cazorla por la noche de un viernes de diciembre a nuestro alojamiento elegido en airbnb.es, una casita baja con garaje justo debajo del Castillo de la Yedra. A unos pasos se encuentra la Plaza de Santa María, donde hay varios buenos mesones, asadores y también de tapeo. Dadas las horas y aunque el pueblo está perfectamente iluminado, regresamos subiendo el sendero por el que discurre el río Cerezuelo, sintiendo el silencio y el mágico sonido del agua hasta nuestra casa. 


Empezamos el día desayunando en la cafetería Bóveda del Cerezuelo, justo en la plaza de la noche anterior, muy recomendables las tostadas contundentes de aguacate y tomate a muy buen precio. Al lado encuentras una alacena ( prácticamente el único mini supermercado de la zona), se llama La alacena de la abuela, con productos y embutidos de la tierra, muy famosas son sus gachamigas, que incluyen un pequeño secreto heredado de generaciones pasadas, te animas a probarlas...?

Lo primero que hacemos es visitar la Iglesia de Santa María, nada más llegar te sorprenden sus muros inacabados y te puedes hacer una idea de la grandeza que podía haber tenido este templo si se hubiera terminado, dicen algunos que nació para no acabarse nunca, ya que es la única iglesia de Europa construida sobre un río y al estar sobre las laderas de la montaña, hizo imposible acabar su construcción. El secreto que esconde esta iglesia sólo con un guía local lo puedes descubrir. La entrada son 2 simbólicos euros y merece la pena porque te adentras en la bóveda que hubo que construir para canalizar el río por la ciudad, la bóveda sustenta el templo religioso y atraviesa el altar mayor, continúa por debajo de la plaza y después las aguas vuelven a aparecer al aire libre. Nos gustó el guía, que explicaba con gracia en 10 minutos, 500 años de historia. Si vas con niños les puede interesar bastante la leyenda de Tragantía, princesa árabe a la que su padre encerrró en una mazmorra para salvarla del ejército y de la batalla que estaba teniendo lugar en el Castillo de la Yedra. La mazmorra llevaba justo a la bóveda del río, con el tiempo se quedó sin comida y empezó a alimentarse de reptiles  y agua de los humedales de la cueva, dice la leyenda que sus extremidades empezaron a desaparecer y se conviertieron en una cola de reptil..."si vas al castillo y la oyes gritar, no volverás a ver la luz del sol ni la noche de  San Juan". 


Después de ver y saber todo esto, apetece subir al Castillo de la Yedra, entrada gratuita si llamas antes por teléfono y reservas, hay varias horas de visita. 

Dejo enlace para facilitar la visita:

https://cazorla.es/horario-castillo-de-la-yedra/


Las diferentes plantas del castillo muestran todo tipo de artilugios, herramientas, sillas, tapices y una colección de cerámica, además de una maqueta donde se explica detalladamente la elaboración del famoso aceite de Cazorla. La última planta sorprende por sus miradores y ventanales y desde este enclave privilegiado a 830 metros de altitud se divisa la ciudad de Cazorla y alrededores. 


Iniciamos el descenso del castillo con un bonito atardecer hasta la Plaza del Pintor Zabaleta, donde por favor merece la pena detenerse y admirar esta estampa de postal y con calma espererar la puesta del sol, hay bancos y un café donde esperar hasta que se haga de noche y puedas contemplar cómo esa vista de Cazorla te recuerda a un auténtico portal de Belén. 

Si sigues caminando más allá de esta plaza, llegarás a la Plaza de la Corredera o más conocida como plaza del ¨Huevo" por la forma que tiene. En ella está el ayuntamiento y el Teatro de La Merced, no te dejará indiferente su conjunto mezcla de modernismo y clasicismo. Un edificio muy característico también si continuamos más adelante, es la Casa de las Bicicletas, es un hotel aunque en realidad parece un museo con todas las antiguedades que tiene y es digno de ver tanto su interior como su fachada.  


El segundo día visitamos el Parque Cinegético Collado del Almendral, es un centro de fauna silvestre dentro del parque Nacional de Cazorla. Se puede hacer un recorrido en tren de unos 45 minutos (5 km) con varias paradas para poder ver ciervos, cabrás hispánicas, gamos, corxos y muflones. El tren hace tres paradas y puedes ver cómo alimentan los guardas a algunos y cómo berrrean otros. Después del viaje en tren hay un recorrido a pie de unos 500 metros de subida (2 km), desde donde puedes contemplar el Mirador de la Animas, el Castillo de Bujaraiza y el de la Gauta o lo que que queda de él ( torres de vigilancia repartidas por todo el parque, cada una con vistas  los cuatro puntos cardinales para poder divisar posibles incendios). Cuando llegas a la cima, hay una exhibición de aves rapaces. Y qué decir que practicamente durante todo el recorrido a pie puedes ver el Embalse de Tranco de Beas, parte del nacimiento del río Guadalquivir. 

Para reponder fuerzas, cogemos el coche y por casualidad encontramos el Asador Casa Javi y Carmen, y casi como por arte de magia, aparecieron en nuestra mesa unas truchas frescas, un ciervo en salsa y unos postres exquisitos, recomiendo reservar aunque nosotros tuvimos suerte. 

Antes de volver a Cazorla, paramos en Corto-Rios, un pueblecito en la ladera del Guadalquivir.


El último día decidimos hacer un sendero desde Cazorla hasta el pueblo de La Iruela, son unos 2.5 km pero practicamente cuesta arriba todo el camino, es bonito ver la serranía de Cazorla en todo su esplendor y poder jugar entre olivos, hay un parking para autocaravanas con espectaculares vistas. Tomamos un picnic justo con la vista del Castillo del mismo nombre que el pueblo, es una fortaleza de origen andalusí situado en lo alto de un abrupto risco en la cima de la localidad. 

Iniciamos el descenso por Iruela, callejeando hasta Cazorla de nuevo pero por las calles estrechas que lo conectan directamente con ella y no distinguiendo bien donde acaba un pueblo y comienza el otro. 


 

Escapada a Tánger y Asilah, Marruecos


Febrero es el mes elegido para pasar tres días descubriendo dos ciudades muy distintas entre sí dentro del mismo país de Africa. 

Tánger tiene un carácter muy especial debido al contraste entre la ciudad vieja y la ciudad nueva, pero quise comprobar si todavía conservaba el exotismo de las ciudades marroquíes y puedo dar fe de que sí existe y mucho.


Primero de todo, quiero destacar la amabilidad y hospitalidad del recepcionista del Hotel Fuentes en plena plaza Petit Soco de la Medina, pues pese a llegar a la 1 de la madrugada y sin cenar ya que nuestro vuelo llegó con un poco de retraso, nos atendió alegremente e indicó un sitio abierto para no acostarnos sin cenar, un pequeño puestecito donde el pan pita relleno de todo hizo las delicias mientras dábamos un corto paseo antes de acostarnos. Este hotel-pensión-café sin pretensiones pero muy bien ubicado y con desayuno incluído en la terraza con vistas a la vibrante plaza tiene una historia detrás, en él se alojaban los republicanos españoles que huían a Marruecos durante la guerra civil española y la posguerra. Se fundó el hotel en 1914 y en la parte baja hay café dónde coincidían liberales, aliados, republicanos y espías. 

Antes de las 6 de la mañana nos despierta la llamada a la oración, pues estamos muy próximos a la Gran Mezquita del puerto de Tánger, son 5 minutos, intentamos dormir un poco más.


A las 9 y pico ya estamos en la terraza tomando un consistente desayuno compuesto de panecillos de varios tipos, mermelada, queso fresco, huevo duro, café y zumo de naranja natural. Tenemos todo el día por delante para descubrir la parte vieja de la ciudad y su medina, aunque lo primero que hacemos es bajar al paseo marítimo y ver cómo contrasta el azul del océano con el verde de las praderas y las palmeras, y en un día perfectamente claro aunque algo ventoso como nos tocó se puede divisar perfectamente esos 14 km entre España y Africa y distinguir cada costa perfectamente.


Caminamos como medio kilómetro y enseguida nos encontramos con la Necrópolis Púnico Romana al aire libre sobre un promontorio y en un paraje incomparable con el Estrecho de Gibraltar al fondo, está compuesta de tumbas de las que más de la mitad están talladas en la roca, merece la pena subir , es momento de  contemplar y reflexionar  unos minutos sobre dos mundos, tan cerca, tan lejos.

Nos dirigimos hacia la Kasbah, la ciudadela fortificada en lo alto de la medina, por la puerta más cercana, que desde dónde nos encontramos es la de Bab el Kasbha, aquí lo mejor es callejear sin rumbo y perderse en sus callejuelas.

Puedes visitar el Museo de la Kasbah, se sitúa en el Palacio de Dar el Mazkhen, es uno de los lugares con más historia, pues fue residencia de sultanes y de gobernantes portugueses y británicos. Algo nos llama la atención y salimos de la Kasbha para contemplar una vieja y pequeña mezquita que siguiendo el camino nos va a llevar de repente a encontrarnos con el famoso Café Hafa, fundado en 1921, lugar muy frecuentado por tangerinos con unas terrazas escalonadas en las que simplemente sentarse a contemplar las vistas al Estrecho de Gibraltar con un té a la menta en mano. Una curiosidad, que ocurre en todos los cafés marroquies, es la manera de sentarse, a ellos siempre les verás de cara mirando a la calle y lo que ocurre a su alrededor, sin prisas, sin charlas aceleradas, y disfrutando de lo que ya tienen y no lo de que pueden tener.

Decidimos volver a la Kasbah por los Jardines de la Mendoubia, una zona natural parada obligatoria después  de un largo paseo donde destaca una especie de ficus que según cuentan tiene más de 8 siglos, además de una gran variedad de árboles y palmeras. También hay como unos treinta cañones de bronce bastante antiguos. 

Es momento de perderse un poco por los bazares de la Medina y disfrutar con el arte del regateo para hacernos con unas zapatillas nuevas para caminar, las viejas que llevamos ya no volverán. Empieza a llover en Tánger, buen estreno de zapatillas, nos vamos refugiando en los cientos de bazares, mirando y charlando con los lugareños, hasta que el hambre hace acto de presencia y justo vemos un local pequeño pero agradable lleno de tangerinos comiendo, así que perfecto para comer comida local a muy buen precio, todo marroquí y por menos de 7 Eur dos personas, o lo que viene a ser al cambio unos 700 y pico Dirham. La tarde sigue lluviosa pero decidimos dar un paseo hasta la Gran Mezquita, situada en el puerto. En todas las ciudades árabes buscamos los prominentes minaretes que destacan en su cielo, pero el de esta mezquita es espectacular pese a estar construida en el siglo XIX, su espacio ya era un lugar privilegiado y religioso en el siglo V cuando era una iglesia romana, lástima que la visita a los no musulmanes esté prohibida, pero puedes pasear alrededor bajo los arcos cerca y del minarete. Este fue el centro de la ciudad hasta que los franceses construyeron la Ciudad Nueva y esta mezquita quedó ya bastante lejos de lo que es la parte nueva, pero sigue teniendo un encanto muy especial y su conjunto de colores es muy armonioso por el estuco blanco de las paredes y arcos, que contrasta con la decoración en dorado de algunas columnas.

Continuamos por el paseo marítimo hasta encontrarnos en el puerto con el puesto y parada del autobús turístico, en un principio no teníamos pensado cogerlo pero por el precio, las visitas y la ventaja de poder cogerlo dos días y a sitios diferentes, decidimos hacerlo, además de la lluvia que no cesaba. Hay dos rutas, esa tarde hicimos la histórica, de una hora de duración, que te permite conocer la milenaria ciudad de Tánger y sus alrededores, con vista panorámica y una audioguía conocerás la primera linea de playa, la alcazaba, algunas calles de la Medina, y los puntos de referencia más importantes hasta llegar a la parte nueva con un total de diez paradas en las que si lo deseas te puedes bajar y coger el siguiente autobús y disfrutar de la ciudad a tu ritmo, nosotros lo hicimos seguido  porque ya habíamos pateado bastante por la mañana. Dejo como referencia los puntos más importantes: place 9 avril, palacio Mouladid Hafid, tumbas fenicias, place Faro, Sahet el Oumane, centro comercial Tánger, Vila Harris, Monopolio y puerto deportivo. La verdad que es un buen recorrido y merece la pena ver la ciudad en movimiento desde las alturas.

Se nos antoja al terminar, un té a la menta con hierbauena , y qué mejor sitio que el Café Haitam, situado en la rue Khaloui en un bonito edificio con una gran escalinata y varias plantas con azotea. Tomarse un té allí relajadamente contemplando las espectaculares vistas y recapacitando sobre el imponente Mediterráneo enfrente te dejará sin lugar a dudas un recuerdo imborrable, tanto, que nosotros al día siguiente repetimos, sintiéndonos como unos auténticos tangerinos, no nos pilló la puesta de sol ningún día, pero si tienes la oportunidad, quedate, contemplalá  y me cuentas.  

El resto de la tarde consistió en callejear por lugares de la medina que todavía no habíamos descubierto y sentir la magia en cada rincón, encontrarse de repente el mercado de comida en el Gran Zoco, con tanto ambiente, olores, colores y gente que no sabes a dónde mirar o hacia dónde dirigirte. Es curioso ver cómo los pescaderos tienen unas básculas antiguas dónde pesan el pescado cómo se hacía hace cuarenta años en España, también hay varios puestos de verduras y enfrente las mujeres rifeñas que venden sus productos cultivados por ellas mismas, perderse por este mercado es una actividad quizá de alto riesgo, por si te mareas entre tantas especias, carnes, pastelitos, aceitunas, guindillas, aceites, a mí me impresionó bastante y sobretodo el estar abierto hasta bien entrada la noche. Volvemos hasta encontranos de nuevo en la plaza Petit Soco, una parada en el hotel antes de salir a cenar

Un sitio bueno y barato para cenar como cenan los tangerinos está en el Boulevard Mohammed VI, si no te molestan los gatitos que entran y salen tan campantes por el restaurante intentando robarte la comida directamente de de tu plato, y a veces lo consiguen!. 

Derrotados ya de tanto paseo, caminamos hasta nuestro hotel, dónde el amable recepcionista nos esperaba, una mini charla con él y a descansar. Salamalekoum.


El segundo día nos preparamos para hacer la ruta II del autobús turístico que nos llevará a Cabo Espartel y a las Grutas de Hércules, pasando por parajes de una asombrosa vegetación contrastando con el azul del Mediterráno. Este cabo tiene un faro, el edificio que lo alberga es imponente y lo rodean unas fantñasticas palmeras. La vista es impresionante sobre el promontorio que domina el mar a 300 metros, puedes distinguir  el estrecho de Gibraltar y el océano Atlántico. Como dato curioso, se firmó un acuerdo internacional en el que en tiempos de guerra, esta zona permanecería neutral. Es un bonito paraje para pasear y hacer algunos de los senderos entre rocas que hay por allí, por lo que decidimos no coger el autobús y esperar al último a las 5. Hay un restaurante en la zona del cabo en el que puedes comer por buen precio. Para ir a las grutas, hay un recorrido por la playa de unos 6 km, pero sólo lo recomiendo en un día de mar tranquilo, pues si no, practicamente no hay playa ni camino para llegar. Las olas han creado cavernas en las rocas, y así se creó la de Hércules. El autobús nos llevó hasta allí, según la leyenda el héroe griego separó Europa de Africa dejando una apertura al mar y la tierra que se asemeja al mapa de Africa. Yendo en autobús no puedes tomar todo el tiempo que quieras en quedarte y contemplar la bonita estampa a través de la roca, los colores y el contraste con el mar y el cielo, por eso recomiendo hacer la excursión por tu cuenta desde el cabo. Las cuevas son visitadas básicamente por marroquíes, pues la diferencia de precio entre ellos y los foráneos es considerable, pero a pesar de todo esto merece la pena conocerlas. El autobús nos lleva de vuelta al puerto de Tánger pasando por la Ciudad Nueva, bonito recorrido. Repetimos un té a la menta de nuevo en el Café Haitam, si un sitio nos ha gustado, ¿ por qué no repetir ? está vez en la azotea aunque chispeando como un tangerino más, reflexionamos sobre dos mundos, tan cerca y tan lejos.

Entramos a la Medina y callejeamos esta vez sólo para ver el ambiente de los bazares y llegamos a la Plaza 9 avril, en la que todavía no habíamos estado, esta emblemática plaza alberga el cinema Rif, un edificio histórico aunque ya bastante antiguo, el Grand Socco, el mercado central de pescado, y el Grand Hotel Ville de France, hermosa estampa con una gran fuente en medio. Tiene mucha historia detrás, y junto a los jardines de alrededor, representan el pulmón de la ciudad. También puede ser un punto de partida antes de entrar a la medina por este lugar y hacerse una idea del caos absoluto, de la mezcla de vendedores ambulantes, de gente buscándose la vida y de la gran cantidad de restaurantes para turistas prácticamente vacíos en los que te intentarán hacer entrar, no recomiendo comer por aquí, tan sólo empaparse y exprimir un poquito más la ciudad desde este punto, te puedes sentar  en un banco y tan sólo contemplar qué ocurre. Cenamos por la medina cerca del hotel en un bonito restaurante con varias plantas donde había mezcla de locales y extranjeros, y una decoración exquisita con vasijas de tallín, como siempre, buen precio, buena cena. Es hora de descansar, caminamos hacia el hotel pero el ambiente no cesa en la plaza Petit Soco, parece que esta ciudad no duerme, siempre trajinando, y luego después despertando al alba para la oración. 


En nuestro último día, decidimos alejarnos hacia el suroeste para conocer Asilah.

Desde el hotel hicimos una caminata hasta la estación de tren en la parte nueva de la ciudad, son unos 3.5 km, y es bonito ir caminando por el boulevard paralelo al mar y luego adentrarse entre las altas torres de la ciudad nueva, la gran mayoría son buenos hoteles. Llegamos a la Gare Tanger Ville, situada en una bonita y amplia  plaza rodeada de enormes y altos edificios muy nuevos y de gran calidad. Esta estación es bastante nueva, y en 2018 se creó el primer tren de alta velocidad que une Casablanca y Tánger. Sacamos un par de billetes de ida y vuelta en segunda clase por unos 2.7 eur y cómodamente llegamos en unos 40 minutos contemplando el bello paisaje hasta  Asilah.

En la estación de tren, ya hay varios taxis esperando que quieren llevarte a la ciudad, pero si te gusta caminar, te recomiendo que llegues así a este hermoso pueblo, no se tarda más de 20 minutos y como yo siempre pienso, me resulta más bonito alzanzar los lugares a pie que encontrarme en ellos de repente y sin esfuerzo. El pueblo es precioso, pequeño y se puede recorrer facilmente en unas horas, pero la experiencia de  recorrerla sin prisas es lo que se merece esta villa, perderse, callejear y recorrer todos sus rincones, porque puedo decir que no queda ninguno sin una obra de arte en la pared, una bonita fachada blanca y azul o unas hermosas puertas. Su medina está muy cuidada y limpia y toda ella parece una gran obra de arte, además si te acompaña un día soleado como fue nuestro caso, la luminosidad azul del cielo crea una armonía con sus casas que incluso puede recordar a alguna isla griega. Las murallas que rodean la ciudad fueron construídas en el siglo XV, y si las recorres, escucharás el sonido del mar, tan cerca que querrás llegar y justo hay una zona de salida que te lleva a una de sus playas donde se puede ver una bonita estampa de la muralla y las casas blancas junto al mar. 

Caminar por Asilah es como dar un paseo a través del tiempo. Muchos artistas acuden para pintar en sus paredes en el Festival Anual de las Artes, cuyo origen es de 1970, de ahí que esté toda llena de murales y arte urbano. Abundan los gatos, como en casi todo Marruecos o ciudades árabes, se dice que son los guardianes de las ciudades. Tranquilidad, amabilidad de sus gentes, tiendas de artesanía, y sobre todo mucho colorido y encanto. Para comer, mejor salir de la Medina, ya que aunque hay algunas tiendas de pastelitos típicos, para comer no hay nada. Hay uno justo cerca de los jardines donde puedes probar un buen plato de pescado y marisco o el tradicional tallín de todo tipo. Nos quedamos con las ganas de algún delicioso pastel y volvimos a entrar brevemente en la medina, para despedirnos de este increible y mágico lugar sin la certeza de volver...nunca se sabe. Emprendemos el mismo camino de vuelta andando hasta la estación para coger el tren de las 5. Adios Asilah, recuerdo imborrable.


Nos encontramos ya de regreso en Tánger y aprovechamos para ver un poco la Nouvelle Ville,  la parte nueva de Tánger con sus imponentes edificios y sus hoteles resplandecientes dejando reflejar la luz del sol al atardecer en un bonito contraste dorado. Como el camino es largo hasta la medina, y bastante caminata hemos hecho ya en Asilah, cogemos una bici taxi con un encantador chaval que nos lleva en 5-10 minutos por el paseo marítimo dejándonos llevar por la brisa y la música árabe que nos acompaña, no queremos que pedalee más por nosostros y le pedimos que nos deje en la zona de Cervantes, así no tiene que subir la cuesta de la medina, lo curiososo es que sus amigos le acompañan todo el camino en patines o patinetes, hacen buen equipo entre todos. Y para despedirnos de esta escapada marroquí, cenamos en un buen y bonito restaurante con encanto, Restaurant Al Hamama, en el 33/35 Rue Fkih Smihi , para mí el mejor tallín de pollo con ciruelas pasas y cous cous de cordero, muy auténtico todo y cortesía de la casa un par de tés a la menta con pastelitos típicos, lo recomiendo, 180 dirham, unos 18 eurs en total, y siendo el más caro en el que hemos estado como despedida de este magnífico lugar y sus gentes. 

A la mañana siguiente Alwadae ( adiós ) Tánger, nos despedimos del amable recepcionista del hotel Fuentes, sabiendo que volveremos a este gran país que tanto nos queda por conocer, rumbo al aeropuerto Ibn Battuta en un taxi de los oficiales. 













Diario de una aventura en Portugal: Lisboa, Sintra, Cascais y Estoril. 


Partimos un día de agosto rumbo a la ciudad del fado, las cuestas y los tranvías. 500 km desde Madrid son demasiados para las 4 horas y 45 minutos de viaje por una carretera Nacional 5 vacía, carretera y manta hasta Lisboa! Esto debió de ocurrir por salir a las 6 de la mañana, hora perfecta para un viaje en coche. Hemos ganado una hora debido a la diferencia horaria con los lusos , asi que la ciudad se nos ofrece entera a las tempranas 12 del mediodía. 


A 35 km de Lisboa encontramos una indicación del Puente Vasco de Gama, pero buena decisión de grupo no entrar por ésta, mejor abordar la ciudad por el imponente Ponte 25 de Abril, que nos saca directamente a una avenida con indicaciones a la Plaza del Marqués de Pombal y así llegamos directamente a la calle Vizconde de Valmor donde el Hotel Residencial Italia nos espera.

Prácticamente todo el aparcamiento en Lisboa es zona de pago azul, incluso esta zona un poco retirada del centro con la parada cercana del metro de Saldanha. Mientras nos dan la habitación, que casualmente no está lista, callejeamos por las cercanías y comemos ya algún manjar portugués. El idioma nos resulta simpático y a ellos nosotros también, aprendremos nuestra primera palabra en portugués, Obrigado, que más adelante descubrimos que tiene género según la persona que la diga. Y también, algún compañero de viaje, mi querido hermano, puede acabar diciendo obradoiro y no aprendérsela nunca. Divagación aparte, por fin, dejamos las maletas en el hotel, y empezamos a descubrir la ciudad...

Nuestra parada de metro Saldanha, línea amarilla hasta Marqués de Pombal, dónde hacemos transbordo en la línea azul hasta Baixa-Chiado. Al salir del metro, nos quedamos maravillados con la gran plaza donde ya se puede apreciar la magnificiencia de Lisboa, es la Praça do Comercio, mejor decirlo en portugués porque suena bonito y no me gusta cambiar los nombres propios.

Enorme, colosal y mirando al Tajo, nos quedamos un buen rato admirando y observando esta plaza sin querer salir de ella. Decidimos ir al Castelo de Sao Jorge en el barrio de Alfama, antes de llegar, las cuestas empinadas y las calles empedradas empiezan a hacer mella en nosotros, pero al final de una calleja encontramos un interesante café-bar con anuncio de mojitos, vamos a probar esos mojitos lisboetas y hacer una pausa. Mojito, daiquiri y un vino portugués nos dan la energía necesaria para seguir subiendo cuestas. ¿Al Castelo de Sao Jorge por favor? por alli, nos dice un anciano, pero esperadme que yo también voy para allá...

Hacemos una parada en unas ruinas romanas donde ya se puede ver una bonita vista de la ciudad con sus tejados y el Tajo de fondo, estupenda panorámica. Y por fín, el castillo aparece ante nosotros, hay que pagar la entrada, pero merece la pena la imponente visión desde allí, no podemos dejar de mirar y contemplar la bonita estampa. Nunca la imaginé así, grande, bella, bohemia y cosmopolita a la vez. Recorremos todo el recinto amurallado sorprediéndonos con cada rincón, mirador y almena. Subir a San Jorge es una visita obligada y muy recomendable en un tu viaje a Lisboa. 

Callejemos ya fuera del castillo y encantados de pasear por esta ciudad, nos encontramos Largo das Postas de Sol, un bello mirador donde hacemos un alto en el camino para probar las auténticas pastas lisboetas, deleitándonos unas vez más con las vistas y aprovechar para ojear nuestra gran guía de Lonely Planet. Cada uno con sus pensamientos e impresiones sobre este lugar, a mi se me antoja que soy una lugareña que en un día cualquiera ha bajado a relajarse, leer un libro y tomarse un café en su lugar preferido de Lisboa, porque estoy segura que si fuera lisboeta y conociendo toda la ciudad, igualmente elegiría este mismo sitio. 

Hemos decidido coger el primer tranvía, el número 28, que nos llevaría a la otra punta de la ciudad. El convoy está abarrotado, va cuesta arriba, justo dirección contraria de dónde creíamos que iría, y después de escasos 10 min anuncia fin de la parada, bueno ha sido toda una experiencia, pero ya no volvemos a coger otro. Agotados ya, decidimos descansar un poco en el hotel antes de la cena. Salimos dispuestos a comernos unas sardinas o un bacalao, y caminando sin parar llegamos hasta la parte baja de la ciudad y nos encontramos ya la Torre de Belem. 10:30 de la noche y no hemos cenado, esperemos que los hospitalarios portugueses no nos dejen sin cenar. En la parte baja, una de las calles que salen a la Plaza del Comercio, está llena de restaurantes típicos , pero mala suerte ya todos cerrados, excepto un italiano llevado por unos indios dónde nos tratan como a unos marqueses, no comemos gran cosa pero nos prometemos al día siguiente cenar antes para probar las tan ansiadas sardinas. Buenas noches. 


Al día siguiente, habíamos decidido dedicar un día a la costa lisboeta, y elegimos bien, porque aquel día el sol no se ocultó hasta el ocaso. Bikinis, toallas y mochila hasta Estoril, lo primero que vimos fue el casino, sí ese que se menciona en una canción de Mecano que hace referencia a las piezas de ajedrez. Es un sitio bastante turístico donde antiguamente veraneaba la realeza portuguesa, ahora es lugar de esparcimiento de la clase media-alta. Imposible aparcar, así que seguimos hasta Casçais, y ahí sí, en una zona de playa nos concedemos el primer bañito en las aguas del Atlántico, la sensación es muy buena aunque el agua esté como un cubito de hielo al principio.Camino al coche nos llega un olor a sardinas a la brasa que no nos deja pensar en otra cosa más que en comer. Continúa nuestra obsesión por las sardinas, pero todavía se van a hacer esperar.

Llegamos a la Playa do Guincho, una impresioanante extensión de arena rodeada de montañas que pertenece al Parque Natural de Sintra-Casçais. Es una zona de dunas donde el viento sopla a favor de los surfistas, pero no bajamos porque ya la sola visión de verla desde arriba merece la pena, si te sobra algo de tiempo o quieres estar en una de las mejores playas, acércate y haz el sendero para llegar a ella. Por fin encontramos el único restaurante de la zona, es el de un hotel y con pinta de carísimo...pero ya nos hemos sentado, el hambre acecha. Pese a la belleza del lugar, lo encontramos muy solitario, quizá porque es de dificil acceso o quizá porque la costa portuguesa es tanta y tan salvaje que no hay lugar a masificaciones. Pedimos una caldereta riquísima con pescado y arroz caldoso y unas perdices en salsa, comentar que los entrantes aunque no los pidas te los ponen igualy ya estás perdido si pruebas bocado porque te los van a  cobrar igual, son unas olivas y un miniqueso entero acompañado de panecillos, casi con esto puedes comer, pero nos comemos todo y además unos chocolates de postre, bendita comida portuguesa! Muy rico y muy caro pero satisfechos y con mejor cara para continuar la ruta, que conste que aún están pendientes las sardinas.


Llegamos a un lugar digno de postal, Azenhas do Mar, un acantilado precioso con una piscina natural y rodeado de rocas, decidimos hacer una parada y deleitarnos con la magnífica visión del Atlántico. 

Esta vez, cenamos temprano para probar por fín las sardinas, y en la parte baja, cerca de la Plaza do Comercio, encontramos un restaurante típico y las tan ansiadas sardinas hicieron acto de presencia junto con una bandeja también de rico bacalao con guarnición. Queríamos buscar un local de fados para el sábado y nos adentramos en la que debía ser la calle de marcha por excelencia, nos llama la atención un sitio mexicano dónde se escucha Maná y Fito y un amable camarero cubano nos invita a la segunda ronda de mojitos, nos ha gustado el sitio, volveremos mañana, sabemos que al día siguiente la gran Sintra nos espera asi que no tardamos en acostarnos. 

Madrugamos para poder visitar el Palacio da Pena a primera hora y evitarnos colas. A unos 30 km de Liboa y por la nacional llegamos  a esta ciudad que te atrapa con la belleza de su entorno rodeado de bosques, palacios y castillos por todas partes, es tal cual me la había imaginado. Una gran cuesta te lleva al  Palacio da Pena, una gran elección subir caminando, puedes hacerlo también en un romántico coche de caballos de época y sentirte transportado al siglo en el que la realeza portuguesa pasaba su periododo de vacaciones en este magnífico lugar, o si no, en tu propio vehículo. La entrada completa, visita exterior, interior y jardines son unos 14 euros. Situado en la sierra de Sintra, se asienta en un escarpado saliente rocoso, el segundo más alto de la sierra de Sintra a 480 metros de altitud  y  rodeado de vegetación, este palacio es un todo un icono en Portugal. 

Lo siguiente que vemos es Quinta da Regaleira, nos gusta tanto que nos deja atrapadas durante dos horas en otro palacete que un multimillonario construyó sólo para lugar de recreo. En su interior hay unos jardines con un laberinto, cuevas y puertas secretas, es una especio de jardín interactivo en el que tienes que ir descubriendo los pozos, torres, almenas, etc, hasta que llegas a un auditorio en el que justo en ese momento se escucha ópera, esta mezcla de silencio, naturaleza y música de fondo le dió mucho encanto a este sitio.

Callejeamos un poco más por Sintra y cogemos el coche para ir al Convento de los Capuchinos, un lugar bastante alejado, retirado e inhóspito, pero sólo el camino para llegar allí ya merece la pena. Se pueden visitar las celdas, cocinas y estancias de la orden de los capuchinos, el lugar es oscuro y tienes que ir agachado, es curioso, disponemos de velas y enseres varios que han dejado allí para sentirte como un auténtico capuchino durante un día. Volvemos a Sintra para intentar captar una foto de la puesta de sol, recorremos el paseo primcipal, dónde se exhiben unas esculturas muy curiosas de color rosado. Se nos escapan los últimos rayos de sol y nos marchamos de aquella belleza de lugar, Sintra nos ha encantado, volveremos a recorrer sus calles, ya vacías a las 8 de la tarde y sin ningún lugareño al que decir adiós. 

Decidimos cenar en Casçais, un sitio tan turístico que nos cuesta elegir entre tanto restaurante, pero una terraza nos llama la atención y un  amabilísimo camarero nos invita a sentarnos, una caldereta y unas sardinas bien merecidas sí señor!, un vino y un postre hacen nuestro fin del día perfecto. 

El día siguiente lo podemos llamar Todo Lisboa, tenemos todo el día por delante para disfrutar de la ciudad, cogemos un autobús en la Plaza del Comercio que nos llevará por la Avenida del Cuatro de Julio hasta la Plaza del Descubrimiento, y ahí el Monasterio de los Jerónimos se levanta imponente, pero debido a la afluencia de público, decidimos no visitarlo, pero sí subimos al Padrao dos Descubrimentos, donde las vistas de la ciudad son impresionantes, se puede divisar a la vez el Ponte 25 de Abril con el corcovado al fondo, el castillo de San Jorge, los diferentes barrios, la parte nueva y el Estadio do Restelo, además de la visión del Tajo, todo esto nos cautiva durante un buen rato, es algo que no te puedes perder en tu visita a Lisboa.

La imponente Torre de Bélem aparece ante nosotras, patrimonio de la Humanidad por la Unesco, símbolo de un país volcado hacia el mar y el descubrimiento del mundo, de estilo manuelino era la torre defensiva de la entrada a Lisboa, por tan sólo 6 euros puedes visitarla al completo y no te olvides de llegar a la terraza superior, dónde las vistas son impresionantes de toda la extensión del estuario del Tajo. Después de pasar praticamente todo el día por esta zona, no nos olvidamos de irnos sin probar los famosos pastelillos de Belem en Rua de Belem 84 a 92, en la más famosa pastelería de Lisboa Pastéis de Belém, con los pasteles de nata receta de los mismos Jerónimos. Cogemos el autobús que os dejará nuevamente en la Plaza del Comercio, continuamos por Chiado hasta llegar al Elevador de Santa Justa, una torre metálica que no merece tanto la pena por lo que es, si no por las vistas y por la ventaja de que te deja justo al otro lado, en el barrio Alto y cerca de Alfama. Justo en ese momento empieza a llover y nos refugiamos en la cafetería del Elevador, bonito lugar de encuentro entre lugareños y turistas. Ya en la barrio Alto, caminando sin rumbo, sólo contemplando la ciudad, nos encontramos otro mirador, Largo de Gracia, típicamente lisboeta, pues como en el Largo Das Postas do Sol, la pastelaria en el centro en forma circular no falta.

Sin darnos cuenta, nos hemos adentrado en el Barrio de Alfama, el más decadente de todo Lisboa pero con un encanto muy particular, cuestas, ropa tendida, calles desiertas, casas viejas, perros, clubes y casas de fados. Decidimos buscar un  sitio interesante para poder disfrutar de un espectáculo de fado que no sea muy turístico y que nos pueda ofrecer el encanto de un auténtico fado, después de buscar y encontrar algunos sitios un tanto cutres, nos decantamos por el Coraçao de  Alfama, dejo enlace a la web:


https://coracaodealfama.wixsite.com/website


Situado en un callejón cerca del Museo del Fado, nos llama la atención la pintura en la fachada de la cara de una mujer que contrasta con la pared desconchada del lugar, pero convencidas de que este es el sitio perfecto para esta noche!

En el restaurante, un amable camarero nos lleva hasta nuestra mesa, cruzamos el escenario donde ya dos hombres y sus guitarras esperan sentados a la cantante, entramos y seguimos hablando alto sin ser conscientes del silencio del lugar y de las miradas de la gente sin entendernos. Nos damos por aludidas y bajamos el tono, ahora recuerdo la frase que ponía en la tarjeta que nos dieron al entrar: " Silêncio, que se vai cantar o Fado ". 

Pedimos la cena, alubias con gambas y bacalao típico acompañado de un buen vino verde y sin olvidar los entrantes, queso y aceitunas. Empieza el espectáculo y aparece  la cantante cuyo nombre no recuerdo pero cuya voz me gusta desde el principio, después de cada canción, los aplausos son sonoros y la sensación de haber escuchado un fado es muy agradable, el sentimiento es grande y ya estamos deseando que repitan. Para sorpresa nuestra, el camarero que nos atendió sale a escena y comienza a cantar, nos miramos incrédulas y sabiendo que hemos elegido el lugar perfecto. Este señor me gusta más, le pone más pasión y además tiene una voz muy peculiar, entrado en años y con un bigote a lo Groucho Marx, es cómico verle y tomarle en serio cantando un fado. Definitivamente, el espectáculo ha merecido la pena, y decido comprar a nuestro camarero artista, un CD de fados titulado "Fado, fica no tempo que passa", para recordar con nostalgia el encanto de esta ciudad y su gente.

A la mañana siguiente, adios Lisboa, sin muchas ganas de dejar la ciudad del Tajo, pero contentos y felices de saber que volveremos. 



Una aventura Andina


Aterrizamos en Lima después de doce agotadoras horas de vuelo desde Madrid, nuestro taxista particular nos recoge en el aeropuerto Hugo Chávez, y después de unos 30 minutos conduciendo atropelladamente por la única y caótica avenida principal que transcurre practicamente paralela al océano pacífico, llegamos al hostal Ekotambo Backpackers, situado en el barrio de Miraflores.

A las ocho de la mañana la ciudad está envuelta en una niebla que nos acompaña durante todo el día, es la garúa, la niebla perpetua y el cielo grisáceo tan característicos de Lima. Necesitamos refrescarnos un poco y nuestra primera parada es en El Enano, el paraiso de los jugos, que nos ofrece tal variedad de zumos de frutas tropicales que nos cuesta decidirnos, desde lúcuma hasta maca, todos son dignos de probar pero la jarra de litro que nos ponen por persona no deja hueco para probar otro. Vamos al Malecón, el paseo marítimo sobre el acantilado con unas vistas imponentes sobre el Pacífico, seguimos hasta el Parque del Amor donde podemos ver la escultura de "El  Beso" diseñada por David Delfín en exclusiva para este parque. El diseño del parque es una imitación del parque Guell de Gaudí en Barcelona. Seguimos hasta Larcomar, un gran centro comercial al exterior con numerosos cafés, bares, terrazas, cine, tiendas de artesanía y productos de alpaca, las vistas desde aquí también son de una belleza increible y se puede observar a los surfistas esperando la ola y a los que hacen parapente desde los acantilados, imágenes dignas de contemplar un rato con una cerveza cusqueña y un pisco souer para ya entrar en ambiente. Nos entra hambre y decidimos probar el tan famoso cebiche en el lugar más auténtico de Lima, una pequeña pescadería en la que te preparan el plato al momento, tienen el pescado fresco y cortado y lo maceran en un bol con limón, se sirve con choclos, cebolla, maíz y salsa de limón, pedimos para compartir y después vamos a La Preferida a seguir degustando platos limeños, en este caso el rocoto relleno, atún escabechado con cebolla y papa a la huancaína. 


Entra luz por la ventana del hotel desde las seis de la mañana, un  buen desayuno y empezamos recorriendo el barrio residencial de Miraflores, hay una preciosa bajada de escalinatas hacia la playa, dónde desde bien temprano están los surferos que parece que ya han terminado su jornada de olas en un  mar azul turquesa y cristalino y se disponen a ir a trabajar. El calor es ya insoportable a las nueve de la mañana, pegajoso y húmedo, parece que fueran ya las doce del mediodía, cogemos un taxi que nos lleve al centro de Lima no sin antes apalabrar 10 soles de precio. Mientras recorremos la gran avenida, el taxista nos da una serie de consejos, nos pide que echemos el seguro de las puertas traseras y nos cuenta dónde está la comisaría más cercana. Más tarde nos damos cuenta de que todos nos avisan por si acaso, pero que en realidad no hay ningún peligro si no pasamos de la cuadra siete...Nos deja en la Plaza de Armas, dónde está la catedral y el Palacio del Arzobispado, un llamativo edificio de color amarillo con un gran balcón de madera, hay una fuente enmedio y la plaza en su conjunto resulta bonita y armoniosa. Caminamos por una calle desde dónde se divisa a lo lejos una pequeña montaña con casas pintadas de colores y un cerro, cruzamos el río Rimac para verlas más de cerca pero todo cambia, y una mujer nos avisa señalando la cámara de fotos y nos damos cuenta del peligro, sin querer hemos casi llegado a la cuadra siete, aquella de la que nos avisaba el taxista, mejor no salirse del centro de Lima. Llegamos a la plaza San Martín, otro bonito conjunto arquitectónico y de allí al barrio chino, es increible como en una única  calle hay concentrado tanto comercio chino y restaurantes llamados chifas, hay demasiada gente, olores y sonidos se mezclan, el calor es sofocante y la atmósfera irrespirable, salimos a la avda principal y cogemos un combi para regresar a la tranquila Miraflores, los combis son autobuses que van siempre llenos, están pintados de colores y hay que cogerlos en marcha, un señor va cantando las paradas y te invita a subir, el trayecto hasta Miraflores se hace largo pero interesante, llegamos a Larcomar y nos sentamos en el cafe Havanna mientras contemplamos a los parapentistas en el Pacífico. Nos vamos a a visitar Barranco, el barrio bohemio de Lima. El puente de los Suspiros, el estilo de las casas coloniales, los restaurantes con encanto y los bonitos cafés hacen de este barrio el más agradable para salir. 


A la mañana siguiente, abandonamos el hotel Ekotambo, y cogemos un taxi hasta la estación de autobuses de Cruz del Sur para coger un autobús que nos llevará en unas cuatro horas a Paracas, nuestro siguiente destino, y antes de partir, unos riquísimos tamales en la estación. Vamos en el piso superior del autobús, con ventanas panorámicas, nos reparten mantas y nos incluye un almuerzo. Enseguida salimos de Lima y a tan sólo quince minutos el paisaje cambia drasticamente, es desolador ver las innumerables chabolas a ambos lados de la carretera panamericana, casas inacabadas de ladrillo, niños jugando en los arcenes, perros cruzando y vendedores de todo tipo de cosas, el paisaje es así hasta casi practicamente llegar a Paracas, una pequeña aldea de pescadores y lugar de playa, la parada de autobuses aparece como en medio de la nada, entre muchas dunas y mucho polvo. Nos alojamos en el Hotel Zarzillo, bastante bien equipado y a unos minutos del Centro Naútico de Paracas, damos un paseo por el malecón y elegimos un sitio para cenar, El Delfín Dorado, dónde nos sirven una jalea mixta de pescado buenísima. 

A las 7 de la mañana nos esperan para desayunar y empezar la ruta.

Paracas es una reserva natural desértica que ocupa gran parte de la península de Paracas, primero hacemos la excursión a las islas Ballestas para contemplar una innumerable e impresionante variedad de flora y fauna, salimos en lancha desde el embarcadero con los chalecos salvavidas puestos para atravesar el mar y enseguida divisamos El Candelabro, un geoglifo con forma de tridente grabado en las colinas arenosas que mide 1.50 metros de altura y 50 metros de ancho, no se sabe bien quien lo hizo, pero se cree que está relacionado con las líneas de Nasca y que los antigios marineros lo usaban como guía durante la navegación. Durante más de una hora, atravesamos los arcos y las cuevas de las islas viendo manadas de leones marinos tumbados sobre las rocas, también conocemos a los pingüinos de Humboldt, aquellos que habitan en el Oceáno Pacífico y a lo largo de la costa de Perú y Chile, que es recorrida por las corrientes de Humboldt, de ahí su nombre, especie en peligro de extinción que actualmente cuenta con unas 23000 especies. Otras aves que nos encontramos son los cormoranes, pájaros bobos, pelícanos y zarzillos, todas estas aves dejan el guano adherido a las rocas y por eso se ven de color blanco, existen expediciones que vienen a estas islas una vez al año y se quedan meses extrayendo el guano de las rocas. Si las lanchas se acercan un poco, lo suficiente a las rocas para no molestar a los leones, se puede escuchar una bonita melodía de todos ellos, espectáculo digno de ver y escuchar atentamente. Hay una cueva que la llaman la maternidad, pues están todos los leoncitos pequeños, es impresionante, la lancha continúa dando unas vueltas más para observar a perezosos leones durmiendo en las rocas y conviviendo en armonía con cientos de aves. Ha merecido la pena la excursión de 3 horas a este maravilloso lugar, volvemos al embarcadero satisfechas. La siguiente ruta consiste en adentrarnos en la reserva desértica de Paracas, asi que nos trasladamos en un jeep hacia el interior atravesando dunas y caminos polvorientos, observamos que todo alrededor es sal y las formaciones y restos fósiles que se encuentran son de hace más de cinco mil años y pertenecen a una cultura anterior a los incas, los paracas. Continuamos hacia la llamada ¨La Catedral¨, unas formaciones de rocas muy características que son visibles desde los acantilados, y por último una inmensa playa con arena rojiza. Almorzamos en un aislado puerto de pescadores, único en la isla, un plato de arroz con marisco y una limonada fría. 


Cogemos un autobús con ventana panorámica y dos pisos rumbo a Nazca, es un camino con muchas curvas y desnivel en la carretera, pero allí nos espera puntualmente un señor de la agencia Aeroparacas, con la que sobrevolaremos para ver las líneas de Nazca. Nos deja en el hotel Walk Inn, un hotelito con encanto propiedad de un holandés afincado en Perú, que nos da recomendaciones y consejos. 

El sol que entra por la ventana y el calor de la habitación hacen que a las siete de la mañana estemos en pie, desayunamos y nos vamos al aeródromo, hay que registrarse, nos pesan y esperamos hasta que haya una avioneta disponible, estamos muy ilusionadas con el vuelo. La avioneta es pequeña, es presentan el capitán y el copiloto y nos entregan un diploma de vuelo dónde aparecen todas las figuras que vamos a poder observar. Nada más despegar, un ruido ensordecedor nos invade y ya se siente el calor y algo de claustrofobia por el espacio tan reducido, en cinco minutos de vuelo ya se pueden apreciar las figuras, y el piloto hace un primer viraje para mostrarnos la figura de la ballena, yo ya me estoy mareando bastante al moverme para ver las líneas, quedan todavía unas doce figuras, creo que no lo aguantaré, resignada decido no moverme, agarrarme al asiento y aguantar la media hora que queda todavía. Si tienes la suerte de no marearte como yo, podrás observar perfectamente estas misteriosas líneas de Nazca, todo un enigma del desierto peruano, con formas de mono, colibrí, pelícano, etc , una altura de unos 30 metros de ancho y que se extienden a lo largo de más de 9 km. 


Desde Nazca, cogeremos un autobús que nos llevará a la hermosa Arequipa, lo que más nos sorprende al llegar a esta ciudad, es la imponente vista del volcán Misti,  el guardían de Arequipa, con una altitud de 5822 metros, la ciudad parece muy bonita, cogemos un taxi hasta el alojamiento La Posada del Characato, un antiguo palacete con paredes de piedra y techos altos. La ciudad de Arequipa está enclavada en un fértil valle a pie del volcán Misti, que se divisa majestuoso detrás de la catedral, es llamada la ciudad blanca ya que los edificios coloniales  se construían con sillares de una roca volcánica de color blanco, que resplandece a la luz del sol. Llegamos al Monasterio de Santa Catalina, un conjunto que alberga una ciudadela dentro de la ciudad, callejones, pasadizos, celdas, muebles de época y objetos religiosos contrastan con los numeros patios pintados de colores y con nombres españoles, una verdadera delicia para los los sentidos. La Plaza de Armas se compone de a catedral y edificios de sillar con pórticos de madera, muy armonioso el conjunto. Decidimos hacer un tour guiado por la ciudad empezando en el Mirador de Yanahuara, dónde desgustamos un mate de coca y unos jugos, visitamos Inca Alpaca, una finca de alpacas y vicuñas, continuamos hacia los Molinos de Sabandía dónde hacemos un bonito paseo a caballo de media hora. A terminar el tour nos vamos directamente a cenar y elegimos un solomillo de alpaca con salsa de champiñones al oporto, aunque pensando en las alpacas que ví en la tarde, decido que una vez y no más. 


En el hotel contratamos una excursión de día y medio para ver el Cañon y Valle del Colca, asi que a una temprana hora de la mañana nos recoge el minibús para llevarnos al valle. El paisaje al principio es desértico pero poco a poco las montañas van adquiriendo tonos más verdes, paramos frente a un bonito espectáculo de vicuñas y alpacas merodeando la llanura y junto a una laguna, es espectacular ver cómo juegan y corretean estos animales tan peculiares.

Continuamos por la carretera sorteando alpacas, a veces hay que parar completamente el vehículo para dejarles pasar, nos encontramos señoras cargando esos enormes sacos-bolsos de colores dónde guardan toda la artesanía, mantas, sombreros, chullos y prendas hechas de alpaca para sacarlos en cualquier lugar donde haya turistas y ponerlos en los puestos de piedra ya dispuestos para este menester, es dificil resistirse a mirar cuando bajas del autobús el espectáculo de color y mucho menos resistir la tentación de comprar algún que otro souvenir, asi que sales para cinco minutos y vuelves con un regalito y menos soles en el bolsillo.

Paramos en un pueblito lleno de encanto a almorzar un buffet típico de platos peruanos, sólo por veinte soles, luego el minibús nos llevará hacia el alojamiento dentro del valle en el que nos quedaremos esta noche. La tarde la pasamos en unas termas o baños termales al aire libre en medio de la montaña y son aguas calientes y sulfurosas. Regresamos al hotel para la cena espectáculo en el que un grupo musical andino nos deleita con su música instrumental, bailes y danzas, pero nos retiramos pronto para poder ver al cóndor al día siguiente temprano. 

Abandonamos el hotel a las 6:30 de la mañana y emprendemos otro camino diferente hacia el interior del Cañón del Colca, paramos en un par de pueblitos peciosos dónde nada más bajar del bús, nos sorprenden un grupo de niños y niñas ataviados con prendas típicas y bailando alrededor de la fuente, muy bonito el espectáculo de color.

Continuamos el recorrido hasta el Mirador Luz del Cóndor, un lugar increible rodeados de montañas y un valle dónde la niebla permanente hacen de este sito uno de los más bellos del Valle del Colca. La parada es de una hora de duración y es el primer intento que tenemos de ver al cóndor, aprovechamos que se ha retirado un poco la niebla para sacar fotos del valle, pero la niebla vuelve y en menos de cinco minutos todo el valle ha desaparecido de nuestra visión. Ya resignados y cansados de mirar al cielo, entablamos conversación con las vendedoras de artesanía y mantas de colores. Vamos a almorzar a unas cabañas y después de comer, cuando ya se nos había olvidado el propósito de ver al cóndor, ahí nos le encontramos, se puede divisar a lo lejos cómo mueve sus alas de casi 2.05 metros de envergadura.


Misión cumplida, volvemos a Arequipa justo a tiempo de coger el bus que sale para Puno, esta vez no podemos coger la línea turística y segura  Cruz del Sur, asi que cogemos el autobús de línea regular. Nada más subirnos, el caos aparece, lleno de familias completas con muchos bártulos, un revisor que va cantando las paradas para que en cualquier lugar donde haya gente, se pueda seguir subiendo más, sin límites, vendiendo helados, parando en mitad de la noche, escuchando conversaciones en medio de la carretera que no sabemos si son de la policía o de los famosos bandidos de los que tanto nos han hablado por estos lugares, el baño es como otro compartimento lleno de gente, imposible utilizar en las próximas 6 horas que dura el viaje, no queda más remedio que mirar por la ventana observando cómo se la juega el conductor en cada precipicio y manteniendo firme el volante al cruzarse con camiones.

Nos lo tomamos con humor, y después de un trayecto de risas y llantos llegamos a nuestro destino, Puno. Un taxi nos lleva hasta el hotel Duque Inn, cuya publicidad mostraba habitaciones con vistas al lago pero lo máximo que tenemos es un ventanal con vistas al pueblo y un pequeño trocito del Lago Titicaca a lo lejos. El dueño del hotel, un arqueólogo, nos recomienda ir por nuestra cuenta a la ciudad de Chucuito, dónde se encuentra el Templo de la Fertilidad o Inca Uyo, seguimos su consejo y cogemos un combi que por 1.5 soles te lleva a la ciudad en veinte minutos, el trayecto es de lo más variopinto y nos sentimos como unos lugareños yendo a su jornada habitual de trabajo, entre mujeres con enormes bolsas y sus bebés cargados y algún que otro anciano llevando una gran caja de pescado. Llegamos a Chucuito y visitamos el famoso Templo, dónde según cuenta la leyenda, la mujeres debían sentarse sobre un enorme falo de piedra para atraer la fertilidad. En este pueblo hay una piscigranja o criadero de truchas, la visitamos y nos vamos directos a comernos unas sabrosas truchas del Lago Titicaca que nos saben deliciosas.

Regresamos a Puno para hacer la excursión a la Isla flotante de los Uros, dónde una barca hecha de totora, planta nativa y emblemática del lago, nos lleva hasta Los Uros. Este conjunto de islas flotantes dónde viven los uros, población indígena y endogámica del Lago Titicaca, son un pueblo ancestral que habita en pequeñas comunidades en medio del lago navegable más alto del mundo. Esta amabilísima gente nos da un paseo en las barquitas pudiendon visitar sus cabañas y modo de vida y tomamos un chocolate caliente en su pequeña cantina, llena de souvenirs hechos de totora, nos llevamos algún que otro recuerdo y nos despedimos dejando allí a los uros anocheciendo en el lago, imagen imborrable de este místico Titicaca. 


A las 7 de la mañana, estamos en la terminal terrestre de Puno para coger el bus Inca Express que nos llevará en unas 10 horas a la ciudad de Cuzco, refrescos varios, mate de coca y café están incluidos en el trayecto.

Una parada nos permite visitar un museo de arte precolombino e inca y una zona arqueológica de gran valor por sus restos de edificaciones preincas e incas, aparece en medio de un paisaje de montañas. Continuamos y llegamos a La Raya, una zona montañosa a 4320 metros de altura que separa la provincia de Puno y la de Cuzco, el paisaje es increible y contrasta el verde de los campos con las cumbres nevadas y con los coloridos puestos de artesanía.

Llegamos a Cuzco y nos trasladamos hasta el hotel Casa Elena, muy bonito, con grandes patios y una decoración exquisita. Toca darse un paseo por Cuzco, y vamos directos a la Plaza de Armas, pasando antes por el callejón dónde se encuentra la piedra de los doce ángulos, un joven nos explica la historia de estas piedras, de cómo llegaron hasta aquí y del misterio de que todas encajen perfectamente. En la Plaza de Armas, contemplamos los cuatro monumentales edificios que la rodean, de arquitectura colonial que reflejan el paso de los conquistadores españoles por esta ciudad. Subimos por la calle Garcilaso dónde vivió el famoso chopista inca y que hoy alberga el Museo Histórico Regional, llegamos a la Plaza de San Francisco y continuamos por la arcada colonial de Santa Clara, donde se encuentra el convento y llegamos al bullicioso mercado de San Pedro. Al llegar a la calle Nueva nos sumergimos en el caos comercial de Cuzco y salimos luego a la Avenida del Sol, dónde se encuentra el Palacio de Justicia, subimos por Mururi y llegamos a Loreto, un pasaje peatonal adoquinado con muros incas a ambos lados. Loreto lleva de vuelta a la Plaza de Armas y si subimos por Triunfo, llegamos a

Calle Hatun Rumiyoc, otro callejón amurallado bautizado en honor a la piedra de los 12 lados. Esta magnífica piedra pertenece a uno de los muros del Palacio del Sexto Inca, Inca Roca.

Continuamos por la cuesta de San Blas, que está adoquinada y es preciosa, hay un tramo practicamente vertical que merece la pena subir porque las vistas de la Plaza de Armas son increibles. El ambiente en San Blas es bohemio y existen multitud de galerías de arte, artesanos, tragafuegos y malabaristas, continuamos por la calle Tandapata para vivir la experiencia de la Cuzco adoquinada, canales de riego que bajan por antiguas escaleras y rocas talladas para acabar en la entrada a las Ruinas de Sacsayhuaman, dónde dos guías cuzqueños nos proponen un circuito alternativo para ver las ruinas. Empezamos dando un paseo a caballo paralelo al pequeño río, pero está lloviendo bastante y tenemos que refugiarnos en una cabaña en medio del campo, Cuzco es así de impredecible, tan pronto un sol radiante como una lluvia torrencial. La marcha acaba justo en la cima de las ruinas, y aunque ya las vemos casi de noche, se puede apreciar la magnitud de lo que antaño fue esta ciudad. 

Al día siguiente visitamos el Museo Inka, que exhibe una modesta pero encantadora colección de piezas de oro y metal, joyería, cerámica, arte textil, momias y maquetas. Hay una enorme escalera guardada por dos esculturas de criaturas místicas que baja a un patio dónde las tejedoras del altiplano andino exhiben su arte y venden telas tradicionales. 

Reponemos fuerzas en Yajuú, la casa de los  zumos y uno de cúrcuma con fresa es el elegido para ésta y la siguiente vez, ya que vamos a este sito tres veces en un día. Adiós Cuzco, mañana partimos hacia Aguascalientes y por fin Machu Pichu nos espera. 


El tren que va a Aguascalientes no sale de Cuzco ya que tienen cerrado ese tramo, por lo que cogemos un bus cortesía de Perurail que nos llevará a Ollantaytambo, pequeño pueblo que ya pertenece al Valle Sagrado de los Incas, y después de caminar 10 minutos por un sendero llegamos a la estación de tren dónde cogemos el famoso tren de Perurail Backpakers Vistadome con techo panorámico, el trayecto dura una hora y media para hacer tan sólo 43 km hasta el pueblo de acceso al santuario, Aguascalientes, inaccesible desde cualquier otro tipo de vehículo. Transcurre paralelo al río Urubamba y por unas montañas impresionantes dónde se pueden ver excursionistas haciendo el camino del inca para llegar a Machupichu, el paisaje es de una indiscutible belleza y recorrerlo en tren es bastante romántico, no podemos dejar de mirar por la ventanilla absorta por la furia y las rucas del Urubamba, es un viaje mágico hasta llegar al pueblito de Aguascalientes. Al bajar del tren, el camino sigue por un mercado de puestos de artesanía y lleva hasta un puente que da por fin acceso al pueblo, dónde cerca de la plaza principal y al lado de una fuente y el monumento a Parachutec, se encuentra el Centro de Interpretación para sacar la entrada al santuario, que por 120 Soles sacamos para el día sigiente. El pueblo es un lugar tranquilo para relajarse, reflexionar y prepararse para la gran visita a la Ciudad Perdida...

El hotel Muyurina se encuentra al final de una gran cuesta y al lado del río, desde la ventana de la habitación se puede contemplar la montaña y el río pero sobretodo escucharlo, es ensordecedor ya que el agua choca constantemente con las rocas. 

Callejeamos un poco por este idílico pueblo en el que parece que las horas no pasan pero nos retiramos pronto ya que hemos decidido llegar a pie a Machu Pichu y a las 4:30 nos vamos a levantar, dejamos que el sonido del río nos suma en un profundo sueño. 

El día más esperado de nuestro viaje ha llegado y a las 5 de la mañana emprendemos la marcha, está lloviendo y no nos faltan los chubasqueros. Llegamos al camino señalizado desde donde salen los autobuses que ascienden a Machu Pichu para aquellos que no quieran caminar, todavía no han salido y todavía es de noche, silencio total, no se oye ni un alma, tan sólo nuestros pasos. Treinta minutos caminando y llegamos a la caseta del vigilante, nos identificamos y nos dan la bienvenida. Después de un tramo llano empiezan las escaleras en la montaña, el paisaje es increible y un tanto misterioso quizá porque está amaneciendo, la subida se nos hace algo dura por el terreno empinado y porque no se ve el final. Hacemos el camino por la montaña Huaynapicchu, que es más empinada que la montaña Machupicchu pero sin embargo su recorrido no es tan largo, y después de aproximadamente una hora y media de ascenso, llegamos a la cima, dónde ya se puede ver a la gente en las taquilla de entrada a la ciudadela. 

Por fin cruzamos las puertas de entrada al santuario y tras atravesar los estrechos muros de piedra, como si estuviera escondida aparece ante nosotros, mágica y en todo su esplendor la increible ciudad inca. Nos cuesta un tiempo dejar de mirar y subir hasta la Caseta del Guardián desde dónde se obtiene la mejor panorámica, nos quedamos pasmados una hora, de pie y sin quitar ojo, es la clásica imagen de todas las postales. 

Continuamos por el sendero del puente del inca, un camino estrecho por un desfiladero dónde en todo momento puedes ver la ciudadela a lo lejos. Llegamos al puente, el paisaje es inmenso y la altura considerable, se ve el río Urubamba a lo lejos, de regreso nos encontramos a una simpática llama que pasta sola en un alto. Empezamos después a adentrarnos por las ruinas de la ciudadela, en el centro, la antigua plaza y dividido en sectores, el agrícola, el de los intelectuales y el civil. Los muros son estrechos y con grandes piedras y todavía es un misterio saber cómo las trajeron hasta aquí. En un alto está la Intihuatana, una enorme roca plana que según la leyenda, irradia energía y es una piedra ritual asociada con el reloj solar o el calendario inca. En otro sector, hay otra roca cuya base reprepresenta al cóndor, que para los incas es la conexión entre cielo y tierra y el muro alto representa sus alas. 

La estación lluviosa nos ha permitido ver Machu Picchu en todo su esplendor, tan verde y tan enigmático que ni la lluvia hace que dejemos de pasear felices con nuestros chubasqueros  por toda la ciudadela. Hacemos un alto para comer a precio de oro en el único restaurante cafetería dónde pasamos un buen rato analizando y estudiando a la gente que visita esta maravilla del mundo. Volvemos a entrar en la ciudadela y la sensación aunque diferente a la primera vez, sigue siendo mágica, esta vez el sol nos acompaña y podemos echarnos la siesta en una de las parcelas contemplando el panorama, son las 4 de la tarde y salvo la poca gente que queda, unas llamas y nosotros, sólo se escucha el silencio, nos quedamos hasta las 5 que cierra el recinto, toda una jornada y porque ya no podemos estar más tiempo, nos dirigimos a la salida sin poder dejar de mirar atrás y prometiendo que volveremos, Adiós Machupicchu...

La bajada ya la hacemos en autobús y con una gran sensación de paz interior, nos damos una cena homenaje en Rupa Wasi Eco Lodge, dentro ya del pueblo de Aguascalientes y unos buenos piscos para brindar por este magnífico día. 

Nuestro tren para Cuzco sale a las 7 de la tarde, por lo que tenemos todo el día para relajarnos en este tranquilo pueblo hasta abandonar con algo de pena este increible, mágico y bello lugar. 

Finaliza la aventura andina, misión cumplida, adiós Cuzco, vuelo Star Perú a Lima. 

Adiós Perú, vuelo Lima a Madrid, volveré. 


El gran ducado de Luxemburgo y Flandes


Doce de la mañana en el aeropuerto de Luxemburgo de un radiante dia de junio. 

El autobús número 29 nos lleva a la Cité, donde hacemos una parada para almorzar cerca de la Gare Central y del bus 412 que nos llevará a Alzingen, barrio residencial a 9 km de la ciudad elegido para alojarnos en un hotel boutique de un edificio característico con tejados y buhardillas de pizarra. 


Callejeamos la zona y en la avenida principal nos encontramos una feria por la celebración del día nacional de Luxemburgo, el cumpleaños del gran duque, que comienza con el cambio de guardia frente al Palais Grand Ducal seguido de una procesión de antorchas. Justo detrás se encuentra el Parque Hesper, un espacio diverso de esparcimiento que cuenta con estanques, fuentes, palacios, centro cultual y escenarios para conciertos. Es una graa zona verde con puentes colgantes y carril bici, una delicia de parque para los lugareños. Enclavado en el barrio de Hesperange, entre sectores agrículas y urbanos y en el que conviven más de 100 nacionalidades, imprescindible caminar y disfrutar de esta elegante y tranquila comunidad con sus bien cuidadas calles y casas de bonita arquitectura. 


Son las 6 de la mañana y el sol que entra por la ventana es ya bastante fuerte, nos ponemos en marcha para conocer el Casco Histórico de Luxemburgo, Patrimonio Mundial por la Unesco. 

Desde la Gare Central iniciamos el recorrido pasando por el puente Adolphe para llegar al bonito paseo del Petrusse, paralelo al río del mismo nombre. Pasear por el Boulevard del Petrusse con calma y dejarse embriagar por sus bosques junto a la muralla y poder divisar las cúpulas de los edificios más emblemáticoses algo que no te puedes perder. 


Palais Gran Ducal, con sus torreones alberga la oficinaa del gran duque y el parlamento. 

Catedral de Notre-Dame, que destaca por sus bellas agujas de color negro.

Hotel de Ville, el ayuntamiento de estilo neoclásico. 

Museo Nacional de Historia y Arte, que arranca en un sótano excavado en la roca y continúa con cámaras funerarias y mosaicos romanos hasta llegar a na pequeña galería de arte. 


Subimos por una gran cuesta hasta llegar a una agradable placita llena de cafés donde hacemos una parada para reponder energía y prepararnos para recorrer el Chemin de la Corniche, llamado el balcón más bonito de Europa, un espectacular paseo peatonal que recorre las murallas con vistas insuperables. 
Llegamos a las
Casamatas de la muralla, bajo un monte se encuentra esta serie de laberínticas galerías y pasadizos que antiguamente albergaron guarniciones, panaderías y mataderos durante las dos guerras mundiales y dieron cobijo a los luxemburgueses. 

Continuamos por Grund, un idílico barrio junto al río también llamado la pequeña suiza de Luxemburgo, con sus canales, sus puentes y sus preciosas casas, ideal para callejear, perderse y encontrarse. 
Interesante es también dar un paseo por el Boulevard Royal y la calle Philippe II, dónde se encuentran las tiendas y las boutiques de lujo, aunque sólo sea para ver el ambiente. 

Contentos y satisfechos de haber pateado el caso antiguo, nos dirigimos hacia la estación no sin antes descansar en una hermosa colina con vistas al barrio de Kirchberg, donde se encuentran las instituciones de la UE, una zona nueva con edificios de acero y cristal en la parte alta de la ciudad, bonita estampa. 


Al día siguiente visitamos Vianden, hermoso pueblo a orillas del río Our, dónde se encuentra el Castillo de Vianden, una antigua fortaleza construida durante 3 siglos en asentamientos romanos.

Nada más llegar, sorprende la belleza de este pueblo de postal donde desde cualquier punto se puede divisar el castillo encaramado en la colina. Al cruzar el puente, se inicia el ascenso por una calle adoquinada, Grand Rue, que sube 700 m. hasta la puerta del castillo. 

El escritor francés Victor Hugo visitó este pueblo y se quedó a vivir para escribir alguna de sus obras, hay una escultura homenaje al inicio del puente y también un hotel que lleva su nombre. 

Decidimos subir al castillo de la manera más emocionante, en telesilla por el bosque. Realiza un recorrido de 10 minutos por encima del río y los robledales y llega un poco más arriba que el castillo, por lo que luego hay que hacer un sendero de otros 10 minutos de descenso, ha merecido la pena porque aparece imponente entre los árboles este inmenso castillo de cuento. 

La visita son 10 Eur adultos y 2.5 los niños y durante más o menos una hora puedes admirar el interior y exterior de este maravilloso castllo de postal, muy recomendable. La bajada en telesilla resulta espectacular y las vistas del pueblo, el valle y el río son sublimes. 


El tercer día de nuestro viaje cogemos un coche de alquiler para recorrer unos cuantos kilómetros más por este pequeño país pero con mucho por descubrir. Hoy el destino es Schengen, pueblo fronterizo dónde se firmó el famoso tratado, situado a orillas del río Mosela y entre grandes campos de de viñedos. Schengen parece un pueblo de cuento, tranquilo e idílico, se puede visitar el museo dedicado a Europa con quizs interactivos, interesante para los niños. 

Recorremos luego el tramo de la oriilla del río Mosela de la parte de Luxemburgo hasta Wasserbilig, parando en los pueblos para contemplar la belleza de los campos de viñedos de la parte alemana y la parte luxemburguesa. Hay embarcaderos, paseos fluviales, campings en la orilla y elegamtes boulevares y fincas para la cata de vinos. 


Partimos de Luxemburgo rumbo a Oostende, antigua ciudad balneario con una extensa e impesionante playa de fina arena dorada y hermosas dunas que se extiende a lo largo de casi 9 km. 

Somos valientes y hemos llegado en un día soleado y con tantas ganas de darnos un chapuzón, que lo primero que hacemos es probar el agua, misión cumplida.

Damos un paseo en trotinete por el promenade o paseo marítimo secándonos al sol.

Caminamos hasta el casco antiguo y nos encontramos la Notre Dam de Ostende y la Iglesia de San Pedro y San Pablo, de estilo neogótico. 

Las distancias son largas en esta ciudad, por lo que coger el tranvía para volver al promenade, dónde nos alojamos. 


La mañana siguiente arranca con un paseo y baño en la playa para mimetizarse con los lugareños, que ya desde bien temprano están paseando por la orilla, paseando al perro o practicando algún deporte. 

Empezamos la ruta de Oostende en el Parque María Hendrika, una de las zonas verdes más hermosas, con buenos senderos y encantador lugar situado a sólo 2 km. del centro, ideal para desconectar, visitar el lago o tomar n poco de queso y vino en el centro de restauración Koninginnehof y disfrutar de la tranquila atmósfera verde. 

Cogemos un tranvía en la estación de tren cercana a este parque y llegamos al puerto, Haven en holandés. Es un puerto principalmente de ferries por si cercanía al canal de la Mancha, puedes visitar El Mercator, un navío de tres mástiles que fue buque escuela y que hoy en día se conserva en un estado natural y alberga un museo naútico. 

En un barco-taxi llegamos a Raversijde, no sin antes probar un poco de pescado fresco en los puestos callejeros del puerto, pero ten cuidado con las gaviotas no te vayan a robar la comida, son muy rápidas y a mi me robaron un nugget de pescado, ¡ ¡ qué aproveche querida gaviota!. 

En Raversijde, puedes visitar el Atlantikwall, una mauralla atlántica en la línea defensiva alemana de la II guerra mundial que consiste en cientos de búnkeres con artillería pesada. Aquí  puedes ver los restos de esta pared y el museo al aire libre además de 2km. de túneles subterráneos. 

Atravesando un camino de dunas y dejándonos llevar por el viento, llegamos a Fort Napoleón, una fortaleza poligonal construida en época napoleónica para una futura invasión a Inglaterra . Está situada en la playa en una zona con dunas, hoy dentro hay un restaurante que sirve un delicioso fish&chips, merece la pena una parada para almorzar. 

Al salir cogemos el tranvía en dirección a Blackenberge, la ciudad costera belga más famosa del país, tiene una playa de 3 km. y un dique cada 200 metros, lo más emblemático es el Pier, un puente de 350 metros construido sobre el mar, dónde al fnal del muelle hay un pabellón qu alberga el Acuarama, una exposición sobre fauna y flora del mar del norte. 


Al día siguiente vamos en coche desde Oostende a la majestuosa ciudad de Brujas, están tan cerca que parece que se juntan estas dos ciudades. 

Pasear por Brujas es trasladarse a la edad media con sus edificios históricos algunos del siglo XIII, sus calles adoquinadas que invitan a pasear con sosiego cual caballero de la época y llegar al río Zwyn, que atraviesa la ciudad y ofrece unas preciosas panorámicas por sus canales. 

Llegamos a Grote Markt, pintoresca plaza dónde destaca la torre campanario Befort y sus hermosas casas medievales, merece la pena subir sus 366 escalones para disfrutar de unas fantásticas vistas y encontrar las 47 campanas del carrillón, y si al bajar tienes sed, puedes visitar el Museo de la Cerveza, probar, tocar, oler los ingredientes y hacer una fabulosa degustación a tu gusto. 

Toda la info en: 

https://mybeerexperience.com/es


Continuamos hacia la Plaza Burg, dónde se encuentra el ayuntamiento del siglo XIV,

uno de los más antiguos de Europa, el Palacio de Justicia, casa señorial del siglo VIII con unas estatuas doradas en la fachada y la Basílica de la Santa Sangre. 


No te puedes perder un paseo en barco por los canales, salen todos los días desde distintos muelles para descubrir rincones escondidos, pasar por debajo del puente de piedra de San Bonifacio, ver la Plaza de Jan Van Eyck, navegar por el canal Djiver y llegar al lago del amor. 

El Parque Minnewater es oro lugar de interés conocido como el lago del amor, perfecto para un paseo al atardecer, con jardines, castillo, un lago con cisnes, un antiguo hospital y la casa de la esclusa, que controla el nivel del agua de los canales. 


Adios bella Brujas, recuerdo imborrable. 


El último día de nuestra visita a Flandes, lo dedicamos a coger el tranvía, que va de Knokke casi en Holanda a De Panne, en Francia, es la línea de tranvía más grande del mundo con sus 68 km. al borde del mar. 

Knokke es un pequeño y encantador pueblo costero dónde se encuentra una de las reservas naturales más importantes de Europa, la reserva de Zwin

De Panne cuenta con la reserva dunar de Westhoek, conocida como el Sáhara de Flandes, puedes recorrer un hermoso paseo de dunas en pleno Mar del Norte, el paisaje es espectacular y te alegrarás de haber venido a un rincón único y poco conocido de Bélgica. 




De ruta por Sicilia


La Bella Taormina


La compañía Alitalia nos lleva a Catania, la ciudad que descansa en las faldas del volcán Etna, caótica, gris y bulliciosa, sólo pasamos de largo intentando encontrar una salida que nos lleve a Taormina en nuestro Fiat Panda. Hasta encontrar la autostrada, la carreter está invadida por vendedores de sandías, ottas frutas y ajos.

Salimos en Taormina, salida 518 de la autostrada a Messina y llegamos a Beach House&Brekfast en Mazzeo, es un hoteligo en el lungomare regentado por unos italianos dónde también viven. La terraza en el ático del edificio dónde se sirven los desayunos ofrece una impresionante vista de toda la la bahía, se puede apreciar la parte de la bota que diríamos y que comprende la región de Calabria.


La villa se encuentra en un enorme promontorio sobre el acantilado, se puede subir en minibús o en funicular. En junio el funicular está sujeto a horario, por lo que hicimos un vertiginosa subida por unas cuestas impresionantes en el minibús.

Calles empinadas, bonitas cuestas, encantadoras terrazas y numerosas trattorias esperan al visitante.

Visitamos el Teatro Griego, que sirve de escenario de conciertos en verano con una espléndida vista de las playas y de la siempre presencia de las cumbres nevadas del Etna.

Paramos en un bonito café de la Plaza IX de Abril , lugar tranquilo con un bello balcón al mar, gente paseando y lugareños parados en la puerta de su negocio caracterizan a este lugar. Recomiendo recorrer la cidad entrando por la Porta de Messina y pasear tranquilamente por la Avda Corso Umberto I admirando los bellos edificios y las callejuelas estrechas con rincones dónde los pintores exponen sus obras.

Taormina es elegante y tranquila y la gente que llena sus calles pasea con clase. Cenamos en la Trattoria Mamma Rosa, ensalada caprese, farfalle al salmón, pizza quatre fromage acompañados de un buen vino siciliano y un digestivo limoncello. 


El Valle de los Templos


Para llegar a la villa romana del Casale y Agrigento, tenemos que coger la carretera en Taormina pero hacemos primero una parada en Isola Bella , la mejor y más bella playa de la costa de Taormina, conectada a la costa por un brazo de tierra ofrece gran vegetación y nadar tranquilamente en sus aguas cristalinas.


Tardamos unas dos horas en llegar a la Villa Romana del Casale, un importante yacimiento Patrimonio de la Humanidad en medio de un paraje insólito, árido y de dificil acceso.

Continuamos el camino hacia Agrigento para poder ver el Valle de los Templos, que en junio cierra a las 7, pero que en los meses de julio y agosto permanece abierto hasta las 12 de la noche y se puede admirar un bonito espectáculo nocturno con los templos iluminados.

Desde la carretera que conduce al valle ya se ven los templos, el coche hay que dejarlo en una enorme explanada y caminar un poco. Llegamos hasta la biglieterie o taquilla y sacamos una entrada combinada para el valle y para el Museo Arqueológico.

A través de la Via Sacra, una docena de templos pueden ser admirados, algunos incendiados, otros restaurados y otros completos como el Templo de la Concordia, uno de los edificios sagrados mejor conservados del mundo y que muestra un maravilloso equilibrio en sus formas. El Templo de Heracles es el más antiguo de todos con sus ocho columnas elegantemente distribuidas .

Continuamos por la via sacra y entramos en la necrópolis bizantina y más adelante la necrópolis paleocristiana, mientras cae la tarde en este armomioso y silencioso valle dónde nos hemos dejado llevarr por los sentidos, hasta que somos conscientes de que la cuidad de Agrigento también nos espera.


En Agrigento recorremos la Via Atenea, con numerosos palacetes y bonitas plazas como la de Pirandello, desde dónde se abren paso una serie de calles empinadas con casas destartaladas que nunca se han rehabilitado, después de una dura cuesta llegamos al Duomo, en lo alto de la ciudad, desde dónde se aprecia una espléndida panorámica.


Stromboli y la magia del volcán


Dejamos un radiante día de sol en Mazzeo con la esperanza de que más al norte, en la península de Milazzo, el sol siga brillando, pues el tiempo ha sido un plco desapacible desde que llegamos a Sicilia.

En Milazzo se puede apreciar en días claros la presencia de las Islas Eolias, es una estrecha lengua de tierra en medio del mar Tirreno, importante enclave y puerto, destaca la ciudadela y el castillo amurallados y el cabo que lleva el mismo nombre de la península.

Sacamos billetes de ferry en la compañía Siremar para llegar hasta la más alejada de las islas Eolias, Stromboli, a unas 3 horas de distancia. Por el volumen de equipaje de la gente que nos rodea, intuyo que se van a quedar mucho tiempo en las Eolias, enseguida comprendré por qué. El barco es de dos plantas pero no tiene cubierta, una pena porque hubieran sido unas fantásticas horas de sol y de brisa marina.

Entablamos conversación con un italiano que nos pide un poco de agua para su tortuga, la ha encontrado en las laderas del Etna y la lleva en una cajita ya que según dice es símbolo de fortuna.

El aliscafo para en cada una de las Islas Eolias: Volcano, Lipari, Panarea, Salina y Stromboli.

Ya desde lejos se puede apreciar la presencia del volcán y sus 910 m. de altura.

En Stromboli, nos recoge un Piago Ape, los únicos vehículos junto a las motocicletas que pueden circular por la isla.

La Piago es cortesía de Pensione La Nassa, dónde nos alojaremos una noche, ubicación excelente en medio del campo rodeada de jardines y con unas vistas insuperables del volcán y al lado de una playa de arena negra, muy recomendable.

Enseguida vamos a la agencia Marmatrek donde tenemos contratada la excursión de ascenso al volcán, no se puede ir por libre.

La ruta de ascenso al volcán es algo exigente, son 3 horas de ascenso para hacer 4 km en 900 metros de desnivel y unas 2 de bajada, el guia es excepcional y es una bonita experiencia, quizá lo mejor de Sicilia, llegar a la cima en una día de actividad volcánica intensa. La bajada la hacemos completamente de noche y con linternas.Tengo que mencionar que al al bajar me comí la mejor pizza de mi vida.


Siracusa y la Isla de Ortigia


Siracusa era la ciudad más grande de la Magna Grecia, patria de Arquímedes, te encontrarás una curiosa escultura del inventor paseando por su calles, pero el verdadero corazón de Siracusa está en la Isla de Ortigia, conectada por dos puentes con el resto de la ciudad y donde se encuentran los monumentos más importantes:


Fuente de Diana, Templo de Apolo, Fuente de Aretusa, Castillo Maniace, Duomo de Siracusa, El Hipogeo, una serie de pasadizos subterráneos construidos debajo de la catedral donde la población se protegía de los bombardeos de la II Guerra Mundial.

Parque Arqueológico de la Neápolis, situado en un promontorio de la ciudad nueva.

La Oreja de Dionisio, una enorme cueva artificial que sirvió de carcel.


La gran Palermo


La capital de Sicilia es un caos, decadente pero hermosa, no te deja indiferente.

Lo primero que llama la atención son sus elegantes avenidas y sus edificios y palacios barrocos.

Destaca el cruce de Los Quattro Canti, una soberbia intersección que marca el origen del casco histórico, dónde en cada fachada barroca hay una escultura barroca que representa a las cuatro patronas de la ciudad acompañadas de jun rey español y una de las cuatro estaciones del año.

La hermosa Catedral de Palermo se ubica en pleno centro de Sicilia, del siglo XII, mezcla de estilo normando, árabe y bizantino, y sus magníficas cúpulas de gran valor artístico.


Nos vamos encontrando por el camino pintorescos mercados como el Mercado Di Capo, al final de la Via San Agostino, un espectáculo sensorial por el ajetreo, el colorido de los productos, el ruido, el olor, las motos circulando por callejones imposibles y por la casi ausencia de turistas, merece la pena vagabundear y pararse a contemplar como un local.


Una pausa en La Taberna Azzurra en la Plaza del Caracciolo, uno de los mejores cafés, pubs, dónde turistas y sicilianos pasan un rato agradable en mu buen ambiente.


El Palacio de los Normandos, muy interesante para conocer un poco de la historia siciliana. Fue levantado por los árabes en unas ruinas púnico-romanas, te impresionará la capilla Palatina con revestimientos de mosaicos de oro.


Las catacumbas de los Capuccinos, un lugar muy curioso y algo macabro que te permite

pasear entre tumbas.


Palermo es callejear y callejerar, perderse y encontrarse y saborear la rica grastronomía palermitana.